[...] El pintor no es un arquitecto; antes bien un maestro albañil que se ve a sí mismo erigir la casa de los otros. Todos nuestros sueños lo atraviesan: el pasado que siempre vuelve; el sueño del sexo que promete otra vida, la liberación; la infancia; el teatro; la muerte; los cuentos que terminan como deben. Y así, indefenso, desnudado, vuelto de revés como un guante, el pintor que decide pintar sólo lo que tiene que pintar se despedaza, se disuelve, se ve renacer de noche en alguna playa virgen perdida en él mismo, contando de nuevo una historia que ya ha sido dicha mil veces y lo será mil veces más: el nacimiento del amor."