El autoritarismo (político, religioso, escolar, familiar, psicológico, etcétera) es una organización tanática bajo la cual y contra la cual se desarrolla (casi) secretamente un monstruo erótico. Ante los ideales decimonónicos, Lezama propone una carnalidad desbordada, una efusividad excesiva y una procacidad que invita a la perversión.