Los dioses: la pisada de sus pies sucios es ligera como un recuerdo; su carne es ya tan transparente que vislumbramos el cielo estrellado a través de ella. Esta familia de gigantes no es muy diferente a cualquier otra familia en un día de campo, que estorba la vista magnífica de ese último espejismo de asombro y desesperanza, el valle de las luces, la Ciudad de México.